No hay nada que me conmueva más que un incendio, de cualquier tipo, pero sobre todo los incendios forestales. Es como si algo dentro de mí ardiera también, y en cierta manera así lo es. Imagino al hombre primitivo impasible ante el fuego, en aquellos tiempos provocados por causas naturales la mayoría de ellos, recogiendo a su familia y sus enseres para migrar a otras tierras menos desoladas. Así era la vida, una completa interrelación y comunión con tu entorno natural, evidéntemente.
Ahora gastamos muchísimas energías y dinero para sofocar "otros" incendios, la masa vegetal y muchos de los animales que ahí viven son casi los mismos, pero su muerte ya no son por causas naturales, ahora es la avaricia y la imprudencia humana, el desconocimiento y la incultura, y alguna que otra patología humana que antaño sería imposible su existencia.
Estos restos de incendio que veis aquí son del que hubo hace apenas una semana en el Parque de Los Pedregales, en Estepona. Iba camino de las playas de Sabinillas cuando decidí hacer un alto y contemplar en esa sierra parda-rojiza la mancha negra de la muerte. Curioso, pero después de apenas una hora buscando plasmar en una instantánea semejante destrucción, luego, en ésta misma habitación desde donde escribo, al día siguiente olía a muerte, olía a humo de pinos, a humo de aulagas, a humo de palmitos, a humo de quercus, ... a humo de tierra quemada, ... y en la lejanía oía aún llantos de una naturaleza que llora fuego y grita para que alguien venga en su ayuda.
Hasta cuándo?